
‘Desde una corta distancia histórica, podemos afirmar que la World Wide Web no solo ha ampliado el rango de agentes con acceso al entorno donde se distribuye el conocimiento arquitectónico, sino que, sobre todo, ha expandido los confines de este entorno hasta atrapar un rango informacional sin precedentes cuantitativos en otros momentos de la historia de la arquitectura. Aplicando la lógica expansiva que caracteriza a la sociedad de la información y su economía, la ocupación arquitectónica de la red parece haber respondido a la misión de convertir todos los materiales que constituyen nuestra cultura en un objeto de comunicación, comenzando por los proyectos que se completan cada día en la superficie terrestre, continuando con las actividades diarias de los profesionales que los conciben y finalizando con documentos y teorías generadas en tiempos pasados y posiciones periféricas.
Todos estos objetos reconfiguran a diario un territorio informacional de geología emergente que únicamente cobra sentido en las asociaciones instantáneas que propone cada uno de sus ocupantes. La explosión demográfica experimentada por este territorio durante la primera década del siglo XXI ha sido de tal magnitud que solamente en la actualidad somos capaces de vislumbrar sus dimensiones y capacidades resistentes. Desde esta perspectiva, el territorio arquitectónico de la World Wide Web parece haberse configurado, en efecto, como esa base de datos de acceso planetario que aspira a contener la totalidad de la información disciplinar, una base de datos que, en último término, parece haber cumplido una de las promesas realizadas por Alan C. Kay –uno de los padres de los ordenadores personales– cuando, en 1991, anticipó que «en el futuro cercano, todas las representaciones inventadas por los seres humanos serán accesibles de forma instantánea desde cualquier rincón del mundo a través de ordenadores íntimos y del tamaño de una libreta»